“Dad al niño el deseo de
aprender y cualquier método será bueno”
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La figura de Jean-Jacques Rousseau; músico, botánico, escritor y filósofo
suizo, se reconoce como una de las más destacadas y controvertidas del
pensamiento ilustrado en Francia y como un impulsor de la Revolución Francesa.
Sin embargo, su legado trasciende más allá de lo político y lo social,
considerando en sus obras una puerta de entrada a paradigmas educativos que, en
la actualidad, siguen vigentes en el mundo occidental. Asimismo, su pintoresca
y melódica prosa lo delimita como un precursor del romanticismo.
A través de su obra Emilio, o De la Educación (1762), Rousseau nos
advierte sobre las perversiones en que ha caído la sociedad del siglo XVIII, ya
citadas en El Contrato Social (1762), proponiéndonos, conforme a las
leyes de la naturaleza, un sistema educativo que abarca todas las etapas
evolutivas del hombre considerando incluso, aquella del nacimiento, con el fin
de conservar la bondad natural del ser humano y su participación ciudadana, sin
verse afectado por la negativa influencia de las organismos sociales
dominantes, tales como la iglesia o la escuela.
En este primer
tratado pedagógico, el educando no está sujeto a imposiciones ni limitantes por
parte de su preceptor, por el contrario, éste es guiado hacia el libre
desarrollo de sus facultades orgánicas, físicas, psíquicas e intelectuales, que
lo harán generar y adoptar ideas y posturas propias, a través de las vivencias
y experiencias con la naturaleza, de por sí “perfecta”.
JEAN-JACQUES
ROUSSEAU
(1712-1778)
Jean-Jacques
Rousseau nace en Ginebra, en el año 1712, en el seno de una humilde familia protestante,
de origen francés, que se ve desintegrada a muy temprana edad. Su madre muere a
los nueve días después de haber parido, su hermano desaparece en una de sus andanzas
y su padre, relojero de oficio, debe confiar su rol a un pastor, debido a la
disputa con un prestigioso militar que lo lleva finalmente a expatriarse.
Sin
recibir una educación formal, Jean-Jacques trabajó como aprendiz de un notario,
oficio al cual renuncia por el violento trato recibido por parte de su mentor, abandonando
Ginebra en 1728. A partir de entonces, comienza una travesía de ires y venires
que lo llevan a instalarse en Chambéry bajo el techo de la baronesa Madame de
Warens. Se convierte al catolicismo y comienza su estudio autodidacta hasta el
año 1740.
En
1742 viaja a París para la presentación de un proyecto sobre una nueva notación
musical ante la Academia de Ciencias, la que tardaría en alcanzar fama. En
aquella época frecuenta el medio literario y conoce a Diderot.
Trabaja
durante un año como secretario del embajador de Francia en Venecia, pero por un
fuerte altercado con éste regresa a París donde conoce e inicia una relación
amorosa con la cual fuera su esposa en 1768 y madre de sus cinco hijos; Thérèse
Levasseur.
Ya en
aquella época, Rousseau había entablado vínculos con los ilustrados e inicia la
redacción de artículos sobre música para la Enciclopedia de Diderot y
D’alembert. Al año siguiente (1750), publica y obtiene un premio por su Discurso sobre las ciencias y las artes organizado
por la Academia de Dijon, el que marcó el inicio de una carrera exitosa.
En
1754 vuelve a Ginebra retomando sus derechos como ciudadano y escribe el Discurso sobre el origen de la desigualdad
entre los hombres. En dicha obra, Rousseau se opone a los ideales progresistas
de la Ilustración, señalando que es la naturaleza la que hace a los hombres
inocentes y felices, y es la relación con la sociedad y la cultura, la que los
han corrompido y ha generado desigualdad entre éstos. Tal pensamiento,
incomprendido por sus pares, lo lleva a romper amistad con Diderot y, más
tarde, con la publicación de la Carta
sobre los espectáculos (1758), se enfrenta a D’alembert y a Voltaire.
En
1761 publica su exitosa novela Julia, o
la Nueva Eloísa, obra literaria preromántica que profundiza sobre la
complejidad de los sentimientos humanos, además de imprimir en ella su
pensamiento filosófico en cuestiones sobre política, educación, clases sociales,
artes, entre otras, en la época del siglo XVIII.
Le sucede
en 1762, una de sus obras más conocidas: El
Contrato Social, inspiradora de la Revolución Francesa, aunque prohibida en
Francia, la cual establece la posibilidad de una sociedad justa que garantice
mediante un pacto, la igualdad y la libertad entre todos los ciudadanos. En
este pacto social, cada hombre renuncia a su libertad natural en beneficio de
la voluntad general (pueblo soberano), para llegar a un poder abstracto y
absoluto: el Estado.
Se
publica en el mismo año Emilio, o De la
educación, una propuesta pedagógica sobre cómo educar a los hijos en una
sociedad corrompida (aunque el autor abandonara a los propios), la cual le
valió la condena inmediata por el Parlamento de París. Se ordena entonces su
detención, huye hacia distintas ciudades hasta refugiarse finalmente en
Inglaterra (en 1766) con la ayuda de Hume, pero regresa a Francia al año
siguiente, tras un enfrentamiento entre ambos y continúa con la redacción de su
obra autobiográfica Confesiones (iniciada
en 1764).
Desde
entonces, el autor vive divagando entre penurias y enfermedades y con la
convicción de que era objeto de un complot colectivo. Cambia constantemente de
residencia hasta establecerse en París (1770), donde retoma su oficio de
copista y hace lectura pública de sus Confesiones.
Le continúa una vida solitaria y dedicada a sus escritos autobiográficos y
musicales.
Rousseau
muere en 1778 en Ermenonville, sin acabar el décimo paseo de sus Ensoñaciones. Sus restos son trasladados
al Panteón de París, monumento ubicado en el Barrio Latino de la ciudad que
alberga a personalidades ilustres de la historia de Francia.
“Aquí descansa el hombre de la naturaleza y de la verdad” |
LA EDUCACIÓN SEGÚN ROUSSEAU
En su obra Emilio (1762), Rousseau destaca la relevancia de “la primera educación”, cuyo concepto inherente a ésta es la naturaleza (“todo lo que proviene de ella es bueno”). Desde su nacimiento, el ser humano ya experimenta las dificultades de la vida por el hecho de ser naturalmente sensible. Se nace débil, dependiente, irracional, pero es mediante la educación con la que se aprende a “vivir”. La existencia y conservación del hombre implica, por tanto, un sentir y un actuar; aprender a soportar el sufrimiento, desafiar la riqueza y la pobreza, experimentar a través de los sentidos, etc. Sumado a esto, el hombre adquiere hábitos, y actúa condicionado a la opinión que se forja sobre las cosas. Al respecto, Rousseau reflexiona: “El hombre que ha vivido más no es el de más edad sino el que ha sentido más”.
De acuerdo a lo anterior, se sintetizan tres tipos de educación (p. 36)
-Educación de la naturaleza (desarrollo interno de nuestras facultades y
órganos)
-Educación de los hombres (el uso de este desarrollo)
-Educación de las cosas (adquisición de nuestra propia experiencia sobre los
objetos que nos afectan).
ROL DE LA MADRE
Las madres son las responsables de nutrir al recién nacido o cumplir el rol
de “primera preceptora” que, por naturaleza, les ha correspondido. El
amamantamiento genera un vínculo afectivo y mantiene una dinámica familiar de
unión y alegría, lo que actualmente conocemos sobre la Teoría del apego.
En palabras de Rousseau (1762): “No hay madre. No hay hijo. Si la voz de la
sangre no está fortalecida por el hábito y los cuidados, se esfuma en los
primeros años y el corazón muere, por decirlo así, antes de nacer” (p. 47).
Rousseau criticaba a las madres de la época, quienes erraban al desligarse
de sus funciones para vivir los placeres de la gran ciudad y encomendaban el
rol de nodriza a otra mujer. Más tarde, para no generar lazos con la mujer que
lactaba al niño, se le acostumbraba a despreciarla y limitarla al rol de
sirvienta. Como consecuencia, en lugar de educar a un niño tierno, se le
educaba para ser una criatura insensible.
En caso contrario, criticaba también a aquellas madres sobreprotectoras que
criaban hijos enfermizos, carentes de fuerza y sometidos a su voluntad desde su
nacimiento. Por el simple hecho de envolver sus cuerpos en mantillas, generaban
tal opresión y dolor que los bebés apenas lograran moverse. El recién nacido
siente la primitiva necesidad del movimiento, sin embargo, lo que recibe a
cambio son ataduras. De ahí que el niño utilice el llanto como único
instrumento para expresar su sufrimiento. Al respecto, el autor señala que no
hay que contradecir a la naturaleza, hay que observarla y seguirla. No
obstante, observa que el niño ha experimentado estas penurias durante seis o
siete años.
ROL DEL PADRE
El rol del padre estará supeditado a aquel de la madre, esto quiere decir
que, mientras haya intimidad entre esposa y esposo, acuerdo entre lo que ambos
quieren y disponen, habrá un natural traspaso del rol de preceptor desde la
madre al padre, quien educará al hijo en su condición de especie, ser social y
ciudadano. El que no pueda cumplir con estos deberes, simplemente no tiene el
derecho de ser padre. “¡Que de una vez vuelvan a ser madres las mujeres y bien
pronto volverán a ser padres y maridos los hombres!” (Rousseau, 1762, p.
46).
ESCUELA FORMAL VS. EDUCACIÓN DE LA NATURALEZA
Para Rousseau, las escuelas no son en absoluto positivas, pues forman a un
ser humano útil para la sociedad, pero no para sí mismo. Hecho que lo hace
nacer, vivir y morir encadenado a las políticas de las instituciones
imperantes. En palabras del filósofo, “el hombre natural es todo para sí; él es
la unidad numérica, el entero absoluto, que no tiene otra relación que consigo
mismo o con su semejante. El hombre civil sólo es una unidad fraccionaria que
posee un denominador y cuyo valor está en relación con el entero, que es el
cuerpo social”. ejemplos del ciudadano (Rousseau, 1762, p. 39). Asimismo,
critica a maestros y a escuelas por enseñar a los niños materias que, según la
edad, además de no comprenderlas, no le encuentran sentido y/o utilidad. “Las
lecciones que los escolares adquieren entre sí en el patio del colegio les son
cien veces más útiles que todo cuanto se les pueda decir jamás en la clase”
(Rousseau, 1762, p. 139). Por tanto, él pretende influenciar, a través de la
redacción de su más importante obra, una educación basada en los principios de
la sabia naturaleza, para el desarrollo de personas justas, libres y autónomas,
capaces de enfrentar y convivir en un mundo viciado por los entes sociales que
promueven la desigualdad entre los hombres.
MODELO PEDAGÓGICO: “EMILIO”
A pesar de ser una obra literaria « à cheval », el tratado
filosófico Emilio, o De la educación (1762) constituye una obra
fundamental sobre la educación del siglo XVIII, además de ser una propuesta
pedagógica base, cuyos elementos inspiradores se observan en modelos educativos
posteriores o « éducation nouvelle », tales como la “pedagogía
naturalista” de Pestalozzi, la “escuela progresiva” de John Dewey, el “método
Montessori” entre otros, cuyos fundamentos son educar niños libres que estén en
contacto y en armonía con todo aquello que les rodea.
La obra se compone de cinco libros o fases que tratan sobre el desarrollo
evolutivo de Emilio (alumno imaginario), comprendiendo infancia, adolescencia
juventud e inicio de la adultez. En el quinto libro, se enfatiza sobre
cuestiones de orden moral, religioso, político, a través de la relación amorosa
entre Emilio y Sofía, destacando el rol de la mujer, con respecto al hombre.
FIGURA DEL PRECEPTOR
Contradictoriamente a lo acontecido en la vida real de Rousseau, quien
abandona a sus cinco hijos en un hospicio (hecho que más tarde, le valdría las
burlas de sus pares), éste afirma poseer los atributos de un buen preceptor o
educador. En este ideal de conservar la bondad natural y características
propias del ser humano, sin intervenir en su libre desarrollo, “el preceptor”
es claro en señalar las características que su alumno debe poseer para ser
educado, de lo contrario, no tiene intención de intervenir en una tarea que
resultará infructuosa. En sus propias palabras, el autor especifica: “Yo he
tomado la decisión de procurarme un alumno imaginario, suponerme la edad, la
salud, los conocimientos y todas las facultades convenientes para procurar su
educación, conducirlo desde el momento de su nacimiento hasta aquel en que,
adulto, no tendrá más necesidad de otro guía que él mismo” (Rousseau, 1762, p.
52).
Asimismo, Rousseau intenta transmitir un poco de humildad, desnudando su
identidad y, por qué no decirlo, también su alma; describiendo su propia
existencia, afectada por las críticas y las constantes persecuciones con un
mensaje dirigido al lector (1762):
DISCUSIÓN
Indudablemente, Rousseau fue un adelantado de su época y su legado,
trascendental para la educación occidental. Emilio imprime el sentido
común -mediante las experiencias y vivencias- de un hombre autodidacta, quien
cuestiona y desafía las instituciones sociales con el ideal de reestablecer la
armonía de la humanidad retornando al estado natural.
Su obra precede lo que más tarde Piaget plantearía con su Teoría del
desarrollo cognitivo, o con la Teoría del aprendizaje significativo
de Ausubel. Del mismo modo, su pensamiento naturalista, que renegaba de la
medicina tradicional y de los males inherentes a la vida urbana, se condice con
el auge que hoy han tomado las terapias alternativas y el fomento de las
actividades recreativas en la escuela (recreos entretenidos, taller de yoga,
taller de huerto, intervenciones medioambientales, etc.). Se plantea también el
aprendizaje a través del uso de los sentidos. Al respecto, recientes estudios
sobre Estilos de aprendizaje (Sousa, 2011) han concluido que el 49% de
las personas son preferentemente visuales, 34% kinestésicos, 17% auditivos,
respectivamente. En el libro V, el autor extiende su temática sobre los viajes
poniendo gran énfasis en la observación.
Quizás lo que resta preguntarnos es si realmente alejando a los niños de la
ciudad, conseguiríamos que éstos se formaran rectamente o, por el contrario,
acabáramos formando niños protegidos dentro de una burbuja, quienes no
poseerían las herramientas necesarias para poder sobrevivir ante las demandas
de la macro sociedad. Ante esto, Rousseau (1762) nos plantea “¿Os he dicho yo
que fuese una empresa fácil una educación natural? (p.102). Nos invita a servir
de ejemplo a través de actos caritativos. Sin embargo, lo queramos o no, el
mundo actual no dista del mundo que retrataba Rousseau; un mundo incivilizado,
disgregado, materialista, competitivo. Prueba de ello son las guerras
religiosas y territoriales, la creación de armas nucleares y robots para matar,
el espionaje y secretismo entre naciones, etc. Al parecer, a mayor crecimiento
científico y económico, menor respeto por los valores morales.
Por otra parte, el libro V despierta especial interés para el lector
contemporáneo, pues, las máximas de Rousseau sobre la educación del género
femenino hoy resultan descontextualizadas y claramente machistas (revisar
anexos). En una época en que la Ilustración promovía la igualdad, la “misoginia
romántica” justificaba las diferencias de género y la exclusión de las mujeres
en la esfera política, mediante un discurso de la “complementariedad”, tal cual
Rousseau retratara en la presente obra, en la que repetidamente cita que la
educación de las mujeres apunta a satisfacer a los hombres desde su rol de
esposa y madre, marginándola de la vida social (mundo público) y confinándola a
una vida doméstica y hogareña (mundo privado). No es que el hombre pueda vivir
sin la mujer, pues éste necesita comunicarse con alguien, sentirse querido,
recibir consejo, mantener alianzas, sino que ambos tienen destinadas por
naturaleza, distintas funciones, por lo cual no pueden recibir la misma
educación.
Según lo escrito, el hombre se educa para intervenir en el ámbito político,
tareas en las que opera la razón, mientras que la mujer es la transmisora de
conocimientos estéticos y morales (donde opera el corazón) para asegurar el bienestar
familiar. En su relación con el hombre, la mujer es dependiente y reprimida,
mientras que éste, libre y autónomo. Se interpreta que la mujer cede entonces
su propia autonomía para que el hombre alcance la propia. Asimismo, la virtud
es un tópico recurrente y nuevamente se nos distingue y limita según el sexo.
La mujer es virtuosa cuando ejerce su papel de esposa y madre, el hombre es
virtuoso cuando es un ciudadano justo. Aunque solamente las mujeres de la clase
alta tenían acceso a una educación formal, aún éstas son objeto de burla, por
parte del autor, al señalar que estas intelectuales se “masculinizaban”
tratando de usurpar los derechos naturales de los hombres y que sólo los tontos
las consideraban.
D’Alembert, desde su concepción ilustrada fundamentada en la razón,
cuestiona a Rousseau a través de una carta dirigida al ginebrino en el año 1759
señalando: “La esclavitud y la degradación a que hemos reducido a las
mujeres, las trabas que ponemos a su intelecto y a su corazón, la jerga fútil y
humillante para ellas y para nosotros a la que hemos reducido nuestra relación
con ellas como si no tuvieran una razón que cultivar o no fueran dignas de
ello…” (como se cita en Puleo et al, 1993, p. 74). Ciertamente,
creemos que la concepción de mujer es producto de la instrucción a la que han
sido sometidas a lo largo de la historia, más que a su condición natural.
Rousseau afirmaba que el destino de toda mujer era ser madre y esposa. La
ciencia ha comprobado (Jensen, 2009; 2013) que nuestro destino está determinado
por la genética (30-40%), por el medio ambiente (30-40%) y, sorprendentemente,
por la interacción (30%).
En el siglo XX, la escritora « engagée » Simone de Beauvoir,
precursora del movimiento feminista en Francia, ya mencionaba que las
características que describen a las mujeres en su condición de hijas, madres,
esposas son producto de la cultura en la que se ha constituido cada sociedad, y
no debido a factores genéticos. Se pronuncia fervientemente en su ensayo El
segundo sexo (1949) sobre la minimización que se ha hecho de la mujer en
distintas situaciones y sobre cómo esta creencia ha repercutido en las
elecciones éstas, como el caso de contraer matrimonio y de crear una familia;
única vía de autorrealización personal. Su obra ilustrada apunta a la igualdad
de género y a la emancipación de la mujer que se puede resumir en la siguiente
cita: “No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico,
psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la
hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto
intermedio entre el macho y el castrado al que se califica de femenino” (p.
109).
A pesar de los diversos estudios que han constatado un mayor crecimiento
del Coeficiente Intelectual de las mujeres (Flynn, 2012). Un hecho irrefutable
es que, en la actualidad, el éxito de las personas no radica en su C.I., sino
en su C.E. (Goleman, 1995), inteligencia en la cual destacan las mujeres. Puede
que, en algún punto, Rousseau tuviera razón en señalar que en su ideal de madre
virtuosa, crecieran hijos virtuosos. Efectivamente, el descubrimiento de las
“neuronas espejo”, ha comprobado que las emociones se contagian. Quizás a este
liderazgo, o dominio de la mujer como Rousseau llamaba, limitado a la esfera de
lo privado, las “virtuosas” desarrollaran todo su potencial emocional en
beneficio de los hombres.
Como se puede apreciar, a lo largo de la historia, la mujer, ha hecho el
esfuerzo por dejar atrás un pasado de desigualdades sociales. Lamentablemente,
aún en las sociedades más desarrolladas, los cargos más importantes dentro de
una empresa o institución es ocupado mayoritariamente por hombres, las
remuneraciones de las mujeres son más bajas que los hombres, con relación a un
mismo trabajo, además de que la apariencia física puede afectar positiva, o
negativamente, la condición laboral de las mujeres (acoso, discriminación,
etc.).
En lo refiere a la religión, una fuente de polémicas y que le valió el
repudio público de sus escritos fue la promoción de una religión natural o deísmo,
para acceder a Dios sin el intermediario de los libros sagrados o de los
presbíteros. Rousseau no se acobarda al declarar abiertamente cuánto mal
han hecho estas instituciones a la sociedad de la época, sobre todo en lo
referente a la educación de las jóvenes, reclutándolas en conventos u
obligándolas a través de una educación memorística, a aprender todo lo
referente a lo sagrado, convirtiendo su “amor” a Dios en motivo de tristeza y
sujeción. Algo en lo consentimos es que la manera de profesar nuestras
creencias religiosas es a través de las acciones bondadosas y no la falsa
práctica que muchos creyentes cometen, independientemente de su religión, como
es el ayunar, ir a misa, confesarse para liberarse de sus pecados cuando, al día
siguiente, vuelven a cometerlos. Nos quedamos con esta frase del autor:
“Persuadirles de que no existe para nosotros ningún más útil conocimiento que
lo que nos enseña a obrar bien…” (Rousseau, 1762, p. 440).
Un apartado destacable de mencionar fue aquel en el cual Rousseau propone
la alimentación vegetariana en lugar de la carnívora, citando un vehemente
pasaje pro-animal, digno de cualquier campaña u organización animalista que
lucha por los derechos de los animales.
A continuación, un extracto del escrito que merece ser leído y apreciado:
“…Las panteras y los leones, los que calificáis de bestias feroces, siguen
su instinto por fuerza y matan a los otros animales para vivir. Pero vosotros,
cien veces más feroces que ellos combatís el instinto sin necesidad, para
entregaros a vuestras crueles delicias. Los animales que coméis no son los que
comen los otros; a esos animales carniceros no los coméis, los imitáis;
vosotros sólo tenéis hambre de animales inocentes y dulces que no hacen mal a
nadie, que se aficionan a vosotros, que os sirven, y que por premio de su
servicio devoráis. ¡Oh homicida contra natura! Si tú te obstinas en mantener
que ella te ha hecho para devorar a tus semejantes, seres de carne y hueso,
sensibles y vivientes como tú, ahoga pues el horror que ella te inspira por
estas horribles comidas, mata a los animales por ti mismo, esto es con tus
propias manos, sin herramientas, sin cuchillas, desgárralos con tus uñas, como
hacen los leones y los osos; muerde a éste y hazlo pedazos; hunde tus garras en
su piel, come este cordero tan vivo, devora sus carnes tan cálidas, bebe su
alma con su sangre. ¡Te estremeces! ¡no te atreves a sentir palpitar bajo tu
diente una carne viva! ¡Hombre desgraciado! Tú comienzas por matar al animal, y
después lo comes, como para hacerle morir dos veces. Esto no es suficiente: te
repugna todavía la carne muerta, no pueden soportarla tus entrañas; es
necesario transformarla por el fuego, hervirla, asarla, aderezarla con drogas
que la cambien; te son necesarios carniceros, cocineros, asadores, gentes para
quitarte el horror de la muerte y vestirte los cuerpos muertos, a fin de que el
sentido del gusto, engañado por estos disfraces, no rechace lo que es extraño y
saboree con placer los cadáveres que el mismo ojo tuvo pena en soportar el
aspecto” (Rousseau, 1762, p. 177).
Concluimos que, independiente de su postura machista, mayoritariamente
aceptada en aquella época, acertamos en varios de los aspectos en los que el
autor intenta “educar”, ya que nos ofrece un corazón libre y bondadoso que sólo
esmera alcanzar la paz e igualdad social. Resta ciertamente la duda de si su
obra es producto del remordimiento de éste al no haberse podido hacer cargo de
sus hijos, sin embargo, aunque no pudiere realizarse como padre, con este
tratado habrá podido remecer las conciencias de varios, de generación en
generación, de continente a continente y aún hoy, en el siglo XXI, nos
encontramos discutiendo sobre su transcendencia en los diferentes ámbitos que
nos competen.
PROYECCIONES
La filosofía de la educación de Jean Jacques Rousseau es una orientación
vigente, que nos permite reflexionar sobre el presente y responder a la
compleja realidad educativa de nuestro tiempo y desafíos del siglo.
En la actualidad, se presentan diversas problemáticas generales: capitalismo,
consumismo, violencia, etc., en la que los valores han ido perdiendo la
importancia y significado que en tiempos antiguos se consideraban. La propuesta
de Rousseau nos aconseja, como maestros, padres y apoderados, volver a aquellos
valores perdidos. Los principales valores de la filosofía de la educación de
Rousseau que nos propone enfrentar son, entre otros: La bondad: Según el
autor, el hombre tiende al bien y que es la sociedad, en la convivencia con
otros, en donde aparece el mal, es decir, es una tendencia natural al bien
que sólo se ve interrumpida o bloqueada por el orden social. Por esta razón el
autor se preocupa primeramente de potenciar en Emilio el desarrollo natural de
sus instintos, propiciando experiencias de conocimiento y sólo más tarde,
incorpora la educación moral que le permitirá vivir en sociedad.
La felicidad es otro valor que se ha ido perdiendo ante las innumerables
responsabilidades y que, por lo tanto, resulta necesario potenciar. Rousseau
dice que el objeto de la vida humana es la felicidad del hombre, y ésta se
logra mediante la libertad, por ello propone en “El contrato social”, construir
un modelo de pacto social en la que el ser humano pueda permanecer libre. Al
respecto, surge el valor de la libertad e inevitablemente cabe preguntarse ¿son
las pasiones las que acercan al ser humano a su felicidad? No es fácil
encontrar la respuesta en este autor, en su obra hay un desplazamiento
constante entre la demanda de los valores individuales y los colectivos, porque
hay un momento en el nuevo orden social de Rousseau, que el individuo pone en
común su persona y pasa a formar parte de la sociedad. Lo que resulta claro es
que en esta apuesta por el bien común, la justicia e igualdad no existe pérdida
del desarrollo libre y pasional sin posibilidad de corromperse. Por
consiguiente, este autor nos promueve una educación que prepare hombre y
mujeres libres, capaces de transformar el orden social. Alejar de la sociedad,
de los vicios y pasiones de ésta, en el lenguaje de Rousseau es proteger, tomar
distancia de las exigencias sociales, preservar la naturaleza humana que tiende
al bien y que no es más que en la confrontación con los otros, que se
pervierte.
Otra recomendación que nos hace Rousseau a la educación actual es cómo
abordar el tema del castigo. Nos dice que no hay que infringir ningún tipo de
castigo a los niños, porque esto no le permite comprender mejor el sentido de
sus actos. Hoy muchos adultos, esperan que los niños respondan más a nuestra
conveniencia que a una necesidad que parta de sí mismo. Este filósofo, nos
enseña que la mejor forma de que el niño entienda que hay cosas que no debe
hacer es dejarlo enfrentarse con responsabilidad a las consecuencias de sus
actos. Quizás hoy no se recurre tanto al castigo físico, pero sí a castigos de
otro tipo, como privar al niño o adolescente de algo que es de su agrado, con
el propósito de que no incurra nuevamente en la falta cometida.
Otro aspecto relevante para la educación del siglo XXI, de acuerdo a los
principios de Rousseau es educar en base a una autoridad (profesor – padre –
madre) sabia y sensible, es decir, una persona que se hace respetar no a través
de gritos, amenazas y fuerza, sino por la admiración que genera la sabiduría.
“La autoridad, siempre demanda obediencia y por ese motivo es corriente que se
confunda con cierta forma de poder o violencia. No obstante, excluye el uso de
medios externos de coacción: se usa la fuerza cuando la autoridad fracasa”. (Salamanca, 2007, p. 48). Concibiendo la autoridad como aquel que ha
vivido más y que posee más experiencia y que es capaz de orientarlos y guiarlos
con sabiduría. Por lo tanto, el profesor debe involucrarse en todo sentido con
el estudiante, así como lo hacía el tutor con Emilio: jugar juntos, aprender
juntos, equivocarse juntos, etc. El profesor, nos dice Rousseau, no debe
precipitarse a dar respuestas si existe la posibilidad de que el alumno las
descubra por sí mismo, consiguientemente, debemos otorgarles las instancias en
las que el estudiante trabaje e interactúe con el objeto de aprendizaje, sin
apurarlo, sólo con la guía del docente.
Muchos educadores, padres y madres, piensan que es importante la rapidez
con la que aprende su hijo. Se enorgullecen de que aprenda a leer antes que los
demás, se empeñan en que escriba o camine antes de lo que la mayoría lo hace.
Piensan que de esta manera el niño será más inteligente. Para Rousseau es muy
diferente, nunca hay que presionar al niño ni imponerle el ritmo de los
adultos. Hay que respetar los tiempos de su naturaleza que es sabia y no
imponer lo que deseamos que aprenda. Citamos como ejemplo la experiencia
de Humberto Maturana, quien se fugaba de clases, ya que no le gustaba asistir a
la escuela y aprendió a leer a los nueve años. Hoy es una figura reconocida por
sus alcances en el mundo de las ciencias y en la educación.
Uno de los retos del nuevo siglo es educar personas responsables,
pero ¿cómo lograrlo cuando la tendencia es exactamente la contraria?, ¡cuando
los jóvenes no quieren hacerse cargo ni de su propia existencia! Muchos jóvenes
señalan: “¡Yo no tengo la culpa de venir a este mundo”! con el objetivo de
responsabilizar a los adultos que se atrevieron a traerlo al mundo. Entonces,
¿quién tenía que haber enseñado a ese adolescente a responsabilizarse de su
vida? La respuesta está en los adultos, pues los niños aprenden más de lo que
ven, sienten y escuchan de los adultos con quienes comparten su vida, que en
los discursos preparados por éstos. Por lo tanto, cabe mencionar que es muy
probable que lo que haya visto en los adultos más significativos es que no se
han hecho cargo de sus vidas (Piastro, 2001).
Como se dijo en párrafos anteriores, así como de la misma manera el ser
humano no nace con unos determinados valores, tampoco nace responsable o no.
Los valores se aprenden, se construyen por cada ser humano, siempre influidos
por el entorno y, sobre todo, por los vínculos afectivos más significativos.
Muchas veces creemos que educar a un niño libre, es dejarle hacer todo
lo que quiera, en el momento en el que él quiera, sin la orientación y pauta de
un adulto. Este tipo de educación produce, según Camps (1990), seres
desorientados y súper protegidos, lo que significa que un adulto toma las
decisiones por los niños, pasando a llevar sus intereses, por ejemplo: cuando
el profesor elige el tema sobre el que va a disertar un estudiante.
Probablemente asuma lo obligación de forma obediente, lo que no significa que
se responsabilice de sus decisiones. Por lo que como adultos (profesores,
padres y/o apoderados), y como lo propone Rousseau, debemos dejar que los niños
se enfrenten a las consecuencias de sus actos. Si es una acción
incorrecta, el niño experimentará sus consecuencias y eso no le gustará. Y no
sería un castigo, sino una forma en la que el niño puede comprender y aprender
por sí mismo. Entonces cabe mencionar que, no siempre es oportuno dar
explicaciones y razonamientos, hay momentos que lo que el niño necesita probar
y experimentar.
También debemos enseñarle a los niños lo bueno del mundo y que aprenda a
conservarlos, que entienda que hay una historia, cultura y tradición que hay
que cuidar. Pero esto no será posible si los adultos no les transmiten respeto
hacia el pasado o, si por el contrario, experimentan desprecio hacia él.
Indudablemente, podemos afirmar que existen pocas posibilidades de educar a los
niños para que se hagan responsables de su mundo, si sólo se siente
indiferencia y desprecio.
En síntesis, sabemos que la propuesta de Emilio ha sido criticada por no
ser práctica, lo que no es totalmente cierto. Si bien es cierto que el ser
humano no puede ser aislado de la sociedad y cultura en la que se desarrolla,
queda evidenciado que es posible aprovechar las ideas que presenta Rousseau, de
educar a los niños y jóvenes usando su naturaleza humana, especialmente en una
sociedad que corrompe más día a día.
ROUSSEAU QUOTES
Citas
de Rousseau que, en la actualidad, se considerarían sexistas:
· “La mujer vale más como mujer y menos como hombre”.
· “Las mujeres dependen de los hombres por sus deseos; las
mujeres dependen de los hombres por sus deseos y por sus necesidades”.
· “Subsistiremos mucho más sin ellas que ellas sin
nosotros”.
· “Las mujeres están a merced del juicio de los hombres: no
basta que sean estimables, es necesario que sean estimadas…”.
· “¿En dónde está la necesidad de que una muchacha sepa leer
y escribir tan pronto?”
· “Facilitad sin escrúpulo una educación de mujer a las
mujeres, haced que ellas estimen los cuidados de su sexo, que tengan modestia,
que sepan velar por su hogar y ocuparse de su casa, la gran “toilette” caerá
por sí misma y ellas aparecerán con mejor gusto”.
· “Son casi siempre las personas feas quienes dirigen las
modas, a las cuales cometen la tontería de someterse las bellas”.
· “De la buena constitución de las madres depende en
principio la de los hijos; de la preocupación de las mujeres depende la primera
educación de los hombres; de las mujeres dependen también sus costumbres, sus
pasiones, sus gustos, sus placeres, su misma felicidad. Teniendo esto presente
toda la educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres. Complacerles,
serles útiles, hacerse amar y honrar de ellos, educarlos de jóvenes, cuidarlos
de mayores, aconsejarles, consolarles, hacerles la vida agradable y dulce: he
aquí los deberes de las mujeres en todos los tiempos y lo que se les debe
enseñar desde su infancia”.
· “La naturaleza le entrega el pudor a la mujer para
contener sus deseos y al hombre le ha dado la razón para regular sus pasiones”.
· “La primera y más importante cualidad de una mujer es la
dulzura: formada para obedecer a un ser tan imperfecto como el hombre, con
frecuencia tan lleno de vicios y siempre tan lleno de defectos, debe aprender
con anticipación a sufrir incluso la injusticia y a soportar las sinrazones de
un marido sin quejarse; no es para él, es para ella para quien debe ser dulce”.
· “La naturaleza ha previsto que el destino de las mujeres
es ser madres”
· “Yo sé que los severos preceptores no quieren que se les
enseñe a las jóvenes ni canto, ni danza, ni ninguna de las artes agradables.
Esto me parece jocoso; y ¿a quién quieren pues que se les enseñe?; ¿a los
muchachos?; ¿a quién pertenece poseer de preferencia estas facultades, a los
hombres o a las mujeres?
· “El hombre dice lo que él sabe, la mujer dice lo que le
place; el uno para hablar tiene necesidad de conocimientos, y la otra de gusto;
él debe tener como objeto principal las cosas útiles, la otra las agradables”.
· “¿Son capaces las mujeres de un sólido razonamiento?
¿Importa que ellas lo cultiven? ¿Lo cultivarán con éxito? Esta cultura ¿es útil
para las funciones que le son impuestas?; ¿es compatible con la sencillez que
les conviene?
· “La mujer tiene más espíritu, y el hombre más
inteligencia; la mujer observa y el hombre razona”.
· “No existe en el mundo un objeto más desagradable que una
mujer sucia, y el marido al que esto no le agrada, tiene razón”.
· “Las mujeres no están hechas para correr; cuando huyen, es
para ser alcanzadas. Correr no es la única cosa que ellas hacen torpemente,
sino que es la única que realizan con poca gracia…”.
· “Mujer, honra a tu jefe; él es quien trabaja para ti,
quien te gana tu pan, quien te alimenta: he aquí el hombre”.
· “Emilio, toma esta mano; es tuya. Sé, cuando tú quieras,
mi esposo y mi señor; yo procuraré merecer este honor”.
· ¿De qué mujer opináis mejor al penetrar en su habitación,
de la que os produce el mayor respeto, al verla ocupada en las labores de su
sexo, los cuidados del hogar, rodeada de las ropas de sus hijos, o de la que
encontráis escribiendo versos sobre su tocador, rodeada de libritos de todas
clases y de billetitos pintados con todos los colores? Existiría la posibilidad
de que toda joven ilustrada permanezca soltera, si sólo existiesen hombres
sensatos sobre la tierra.
BIBLIOGRAFÍA
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