domingo, 3 de abril de 2016

PARÍS CURIOSA: Cimetière du Père-Lachaise

Siguiendo el recorrido por los lugares curiosos o insólitos de París, nos moveremos sólo un poco en el mapa y sin cambiar el tópico de la muerte.


Situado en el distrito XX de París, Père-Lachaise es el cementerio más grande de la ciudad y, sin duda, uno de los más visitados por la popularidad y el gran número de personas célebres allí enterradas, entre las que se cuentan pintores, escritores, actores, filósofos, músicos, comediantes, militares, etc.

ENTRADA PRINCIPAL (peatones y vehículos)

Producto del cierre del Cementerio de los Inocentes en 1980, señalado en la entrada anterior, la gran ciudad quedó desprovista de lugares donde sepultar los cadáveres parisinos. Por esta razón, a petición del entonces consul, Napoleón Bonaparte, se dio inicio a la creación de diversos cementerios construidos en los límites de la ciudad, los que fueron distribuídos de la siguiente forma: al Norte (cementerio de Montmartre), al Este (cementerio del Père-Lachaise), al Sur (cementerio de Montparnasse), del cual hablaremos más adelante y al Oeste (cementerio de Passy).

A partir del siglo XIX, Père Lachaise destaca por sus esculturas, mérito de escultores y arquitectos como Visconti (arquitecto del Louvre), así como por sus monumentos a militares y a los caídos en guerras civiles, tales como el muro de los federados.

En mi paseo por el Père-Lachaise me aventuré en encontrar las célebres figuras que bajo su tierra descansan y digo, fue toda una aventura, porque no es nada fácil encontrarlas, aún cuando se posea un plan de ubicación del cementerio. Los caminos de éste son tan enmañarados que puede ser fácil perder el norte. Afortunadamente, el cementerio posee varias salidas y caminos para llegar al centro. El problema radica en las divisiones que, si bien, están señalizadas, tienen una arquitectura única que las hace tan diferentes unas de otras.

Puedo decirles entonces, que tardarán unas cuantas horas en encontrar lo que buscan, pero se llevarán consigo un lindo recuerdo. Un pequeño pedazo de esta turísticamente populosa París donde se respira tranquilidad, armonía, respeto, "vida"...

Traigan consigo mucha agua porque las caminatas son largas y en períodos de primavera y verano calurosas.

He aquí algunas de las tumbas que encontré y me alegré en fotografiar.

EXPOSICIÓN: Cimetières du monde (29 julio 2010 - 02 noviembre 2010)

CEMENTERIO DE RAPA-NUI (CHILE)

MONUMENTO A LOS MUERTOS POR ALBERT BARTHOLOMÉ

TUMBAS DE ESTILO GÓTICO

FÉDÉRIC CHOPIN (Músico)



JIM MORRISON (Vocalista The Doors)



MUCHOS CUERVOS EN PÈRE LACHAISE

MANO SOLO (Cantante francés)

C.S. HAHNEMANN (Creador de la Homeopatía)

EDITH PIAF (Cantante francesa)

OSCAR WILDE (Escritor)



MARCEL PROUST (Escritor)

UNA MADRE AÑORADA POR SU FAMILIA Y CONOCIDOS


HONORÉ (DE) BALZAC (Escritor)



 AUGUSTE COMTE (Filósofo positivista)
JEAN (DE) LA FONTAINE (Escritor) y MOLIÈRE (Autor y Actor)

GILBERT BEAUCAUD (Cantante)

CAMINO A LA SALIDA PRINCIPAL

“La Propuesta Educativa de Rousseau”


“Dad al niño el deseo de aprender y cualquier método será bueno”


La figura de Jean-Jacques Rousseau; músico, botánico, escritor y filósofo suizo, se reconoce como una de las más destacadas y controvertidas del pensamiento ilustrado en Francia y como un impulsor de la Revolución Francesa. Sin embargo, su legado trasciende más allá de lo político y lo social, considerando en sus obras una puerta de entrada a paradigmas educativos que, en la actualidad, siguen vigentes en el mundo occidental. Asimismo, su pintoresca y melódica prosa lo delimita como un precursor del romanticismo.

A través de su obra Emilio, o De la Educación (1762), Rousseau nos advierte sobre las perversiones en que ha caído la sociedad del siglo XVIII, ya citadas en El Contrato Social (1762), proponiéndonos, conforme a las leyes de la naturaleza, un sistema educativo que abarca todas las etapas evolutivas del hombre considerando incluso, aquella del nacimiento, con el fin de conservar la bondad natural del ser humano y su participación ciudadana, sin verse afectado por la negativa influencia de las organismos sociales dominantes, tales como la iglesia o la escuela.

En este primer tratado pedagógico, el educando no está sujeto a imposiciones ni limitantes por parte de su preceptor, por el contrario, éste es guiado hacia el libre desarrollo de sus facultades orgánicas, físicas, psíquicas e intelectuales, que lo harán generar y adoptar ideas y posturas propias, a través de las vivencias y experiencias con la naturaleza, de por sí “perfecta”.


JEAN-JACQUES ROUSSEAU
                                            (1712-1778)



Jean-Jacques Rousseau nace en Ginebra, en el año 1712, en el seno de una humilde familia protestante, de origen francés, que se ve desintegrada a muy temprana edad. Su madre muere a los nueve días después de haber parido, su hermano desaparece en una de sus andanzas y su padre, relojero de oficio, debe confiar su rol a un pastor, debido a la disputa con un prestigioso militar que lo lleva finalmente a expatriarse.

Sin recibir una educación formal, Jean-Jacques trabajó como aprendiz de un notario, oficio al cual renuncia por el violento trato recibido por parte de su mentor, abandonando Ginebra en 1728. A partir de entonces, comienza una travesía de ires y venires que lo llevan a instalarse en Chambéry bajo el techo de la baronesa Madame de Warens. Se convierte al catolicismo y comienza su estudio autodidacta hasta el año 1740.

En 1742 viaja a París para la presentación de un proyecto sobre una nueva notación musical ante la Academia de Ciencias, la que tardaría en alcanzar fama. En aquella época frecuenta el medio literario y conoce a Diderot.

Trabaja durante un año como secretario del embajador de Francia en Venecia, pero por un fuerte altercado con éste regresa a París donde conoce e inicia una relación amorosa con la cual fuera su esposa en 1768 y madre de sus cinco hijos; Thérèse Levasseur.
Ya en aquella época, Rousseau había entablado vínculos con los ilustrados e inicia la redacción de artículos sobre música para la Enciclopedia de Diderot y D’alembert. Al año siguiente (1750), publica y obtiene un premio por su Discurso sobre las ciencias y las artes organizado por la Academia de Dijon, el que marcó el inicio de una carrera exitosa.

En 1754 vuelve a Ginebra retomando sus derechos como ciudadano y escribe el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. En dicha obra, Rousseau se opone a los ideales progresistas de la Ilustración, señalando que es la naturaleza la que hace a los hombres inocentes y felices, y es la relación con la sociedad y la cultura, la que los han corrompido y ha generado desigualdad entre éstos. Tal pensamiento, incomprendido por sus pares, lo lleva a romper amistad con Diderot y, más tarde, con la publicación de la Carta sobre los espectáculos (1758), se enfrenta a D’alembert y a Voltaire.

En 1761 publica su exitosa novela Julia, o la Nueva Eloísa, obra literaria preromántica que profundiza sobre la complejidad de los sentimientos humanos, además de imprimir en ella su pensamiento filosófico en cuestiones sobre política, educación, clases sociales, artes, entre otras, en la época del siglo XVIII.

Le sucede en 1762, una de sus obras más conocidas: El Contrato Social, inspiradora de la Revolución Francesa, aunque prohibida en Francia, la cual establece la posibilidad de una sociedad justa que garantice mediante un pacto, la igualdad y la libertad entre todos los ciudadanos. En este pacto social, cada hombre renuncia a su libertad natural en beneficio de la voluntad general (pueblo soberano), para llegar a un poder abstracto y absoluto: el Estado.

Se publica en el mismo año Emilio, o De la educación, una propuesta pedagógica sobre cómo educar a los hijos en una sociedad corrompida (aunque el autor abandonara a los propios), la cual le valió la condena inmediata por el Parlamento de París. Se ordena entonces su detención, huye hacia distintas ciudades hasta refugiarse finalmente en Inglaterra (en 1766) con la ayuda de Hume, pero regresa a Francia al año siguiente, tras un enfrentamiento entre ambos y continúa con la redacción de su obra autobiográfica Confesiones (iniciada en 1764).

Desde entonces, el autor vive divagando entre penurias y enfermedades y con la convicción de que era objeto de un complot colectivo. Cambia constantemente de residencia hasta establecerse en París (1770), donde retoma su oficio de copista y hace lectura pública de sus Confesiones. Le continúa una vida solitaria y dedicada a sus escritos autobiográficos y musicales.

Rousseau muere en 1778 en Ermenonville, sin acabar el décimo paseo de sus Ensoñaciones. Sus restos son trasladados al Panteón de París, monumento ubicado en el Barrio Latino de la ciudad que alberga a personalidades ilustres de la historia de Francia.

“Aquí descansa el hombre de la naturaleza y de la verdad”    



LA EDUCACIÓN SEGÚN ROUSSEAU




En su obra Emilio (1762), Rousseau destaca la relevancia de “la primera educación”, cuyo concepto inherente a ésta es la naturaleza (“todo lo que proviene de ella es bueno”). Desde su nacimiento, el ser humano ya experimenta las dificultades de la vida por el hecho de ser naturalmente sensible. Se nace débil, dependiente, irracional, pero es mediante la educación con la que se aprende a “vivir”.  La existencia y conservación del hombre implica, por tanto, un sentir y un actuar; aprender a soportar el sufrimiento, desafiar la riqueza y la pobreza, experimentar a través de los sentidos, etc. Sumado a esto, el hombre adquiere hábitos, y actúa condicionado a la opinión que se forja sobre las cosas. Al respecto, Rousseau reflexiona: “El hombre que ha vivido más no es el de más edad sino el que ha sentido más”.

De acuerdo a lo anterior, se sintetizan tres tipos de educación (p. 36)

-Educación de la naturaleza (desarrollo interno de nuestras facultades y órganos)
-Educación de los hombres (el uso de este desarrollo)
-Educación de las cosas (adquisición de nuestra propia experiencia sobre los objetos que nos afectan).

ROL DE LA MADRE

Las madres son las responsables de nutrir al recién nacido o cumplir el rol de “primera preceptora” que, por naturaleza, les ha correspondido. El amamantamiento genera un vínculo afectivo y mantiene una dinámica familiar de unión y alegría, lo que actualmente conocemos sobre la Teoría del apego. En palabras de Rousseau (1762): “No hay madre. No hay hijo. Si la voz de la sangre no está fortalecida por el hábito y los cuidados, se esfuma en los primeros años y el corazón muere, por decirlo así, antes de nacer” (p. 47).

Rousseau criticaba a las madres de la época, quienes erraban al desligarse de sus funciones para vivir los placeres de la gran ciudad y encomendaban el rol de nodriza a otra mujer. Más tarde, para no generar lazos con la mujer que lactaba al niño, se le acostumbraba a despreciarla y limitarla al rol de sirvienta. Como consecuencia, en lugar de educar a un niño tierno, se le educaba para ser una criatura insensible.

En caso contrario, criticaba también a aquellas madres sobreprotectoras que criaban hijos enfermizos, carentes de fuerza y sometidos a su voluntad desde su nacimiento. Por el simple hecho de envolver sus cuerpos en mantillas, generaban tal opresión y dolor que los bebés apenas lograran moverse. El recién nacido siente la primitiva necesidad del movimiento, sin embargo, lo que recibe a cambio son ataduras. De ahí que el niño utilice el llanto como único instrumento para expresar su sufrimiento. Al respecto, el autor señala que no hay que contradecir a la naturaleza, hay que observarla y seguirla. No obstante, observa que el niño ha experimentado estas penurias durante seis o siete años.

ROL DEL PADRE

El rol del padre estará supeditado a aquel de la madre, esto quiere decir que, mientras haya intimidad entre esposa y esposo, acuerdo entre lo que ambos quieren y disponen, habrá un natural traspaso del rol de preceptor desde la madre al padre, quien educará al hijo en su condición de especie, ser social y ciudadano. El que no pueda cumplir con estos deberes, simplemente no tiene el derecho de ser padre. “¡Que de una vez vuelvan a ser madres las mujeres y bien pronto volverán a ser padres  y maridos los hombres!” (Rousseau, 1762, p. 46).

ESCUELA FORMAL VS. EDUCACIÓN DE LA NATURALEZA

Para Rousseau, las escuelas no son en absoluto positivas, pues forman a un ser humano útil para la sociedad, pero no para sí mismo. Hecho que lo hace nacer, vivir y morir encadenado a las políticas de las instituciones imperantes. En palabras del filósofo, “el hombre natural es todo para sí; él es la unidad numérica, el entero absoluto, que no tiene otra relación que consigo mismo o con su semejante. El hombre civil sólo es una unidad fraccionaria que posee un denominador y cuyo valor está en relación con el entero, que es el cuerpo social”. ejemplos del ciudadano (Rousseau, 1762, p. 39). Asimismo, critica a maestros y a escuelas por enseñar a los niños materias que, según la edad, además de no comprenderlas, no le encuentran sentido y/o utilidad. “Las lecciones que los escolares adquieren entre sí en el patio del colegio les son cien veces más útiles que todo cuanto se les pueda decir jamás en la clase” (Rousseau, 1762, p. 139). Por tanto, él pretende influenciar, a través de la redacción de su más importante obra, una educación basada en los principios de la sabia naturaleza, para el desarrollo de personas justas, libres y autónomas, capaces de enfrentar y convivir en un mundo viciado por los entes sociales que promueven la desigualdad entre los hombres.

MODELO PEDAGÓGICO: “EMILIO”


A pesar de ser una obra literaria « à cheval », el tratado filosófico Emilio, o De la educación (1762) constituye una obra fundamental sobre la educación del siglo XVIII, además de ser una propuesta pedagógica base, cuyos elementos inspiradores se observan en modelos educativos posteriores o « éducation nouvelle », tales como la “pedagogía naturalista” de Pestalozzi, la “escuela progresiva” de John Dewey, el “método Montessori” entre otros, cuyos fundamentos son educar niños libres que estén en contacto y en armonía con todo aquello que les rodea.

La obra se compone de cinco libros o fases que tratan sobre el desarrollo evolutivo de Emilio (alumno imaginario), comprendiendo infancia, adolescencia juventud e inicio de la adultez. En el quinto libro, se enfatiza sobre cuestiones de orden moral, religioso, político, a través de la relación amorosa entre Emilio y Sofía, destacando el rol de la mujer, con respecto al hombre.

 FIGURA DEL PRECEPTOR

Contradictoriamente a lo acontecido en la vida real de Rousseau, quien abandona a sus cinco hijos en un hospicio (hecho que más tarde, le valdría las burlas de sus pares), éste afirma poseer los atributos de un buen preceptor o educador. En este ideal de conservar la bondad natural y características propias del ser humano, sin intervenir en su libre desarrollo, “el preceptor” es claro en señalar las características que su alumno debe poseer para ser educado, de lo contrario, no tiene intención de intervenir en una tarea que resultará infructuosa. En sus propias palabras, el autor especifica: “Yo he tomado la decisión de procurarme un alumno imaginario, suponerme la edad, la salud, los conocimientos y todas las facultades convenientes para procurar su educación, conducirlo desde el momento de su nacimiento hasta aquel en que, adulto, no tendrá más necesidad de otro guía que él mismo” (Rousseau, 1762, p. 52).

Asimismo, Rousseau intenta transmitir un poco de humildad, desnudando su identidad y, por qué no decirlo, también su alma; describiendo su propia existencia, afectada por las críticas y las constantes persecuciones con un mensaje dirigido al lector (1762):


DISCUSIÓN




Indudablemente, Rousseau fue un adelantado de su época y su legado, trascendental para la educación occidental. Emilio imprime el sentido común -mediante las experiencias y vivencias- de un hombre autodidacta, quien cuestiona y desafía las instituciones sociales con el ideal de reestablecer la armonía de la humanidad retornando al estado natural.

Su obra precede lo que más tarde Piaget plantearía con su Teoría del desarrollo cognitivo, o con la Teoría del aprendizaje significativo de Ausubel. Del mismo modo, su pensamiento naturalista, que renegaba de la medicina tradicional y de los males inherentes a la vida urbana, se condice con el auge que hoy han tomado las terapias alternativas y el fomento de las actividades recreativas en la escuela (recreos entretenidos, taller de yoga, taller de huerto, intervenciones medioambientales, etc.). Se plantea también el aprendizaje a través del uso de los sentidos. Al respecto, recientes estudios sobre Estilos de aprendizaje (Sousa, 2011) han concluido que el 49% de las personas son preferentemente visuales, 34% kinestésicos, 17% auditivos, respectivamente. En el libro V, el autor extiende su temática sobre los viajes poniendo gran énfasis en la observación.

Quizás lo que resta preguntarnos es si realmente alejando a los niños de la ciudad, conseguiríamos que éstos se formaran rectamente o, por el contrario, acabáramos formando niños protegidos dentro de una burbuja, quienes no poseerían las herramientas necesarias para poder sobrevivir ante las demandas de la macro sociedad. Ante esto, Rousseau (1762) nos plantea “¿Os he dicho yo que fuese una empresa fácil una educación natural? (p.102). Nos invita a servir de ejemplo a través de actos caritativos. Sin embargo, lo queramos o no, el mundo actual no dista del mundo que retrataba Rousseau; un mundo incivilizado, disgregado, materialista, competitivo. Prueba de ello son las guerras religiosas y territoriales, la creación de armas nucleares y robots para matar, el espionaje y secretismo entre naciones, etc. Al parecer, a mayor crecimiento científico y económico, menor respeto por los valores morales.

Por otra parte, el libro V despierta especial interés para el lector contemporáneo, pues, las máximas de Rousseau sobre la educación del género femenino hoy resultan descontextualizadas y claramente machistas (revisar anexos). En una época en que la Ilustración promovía la igualdad, la “misoginia romántica” justificaba las diferencias de género y la exclusión de las mujeres en la esfera política, mediante un discurso de la “complementariedad”, tal cual Rousseau retratara en la presente obra, en la que repetidamente cita que la educación de las mujeres apunta a satisfacer a los hombres desde su rol de esposa y madre, marginándola de la vida social (mundo público) y confinándola a una vida doméstica y hogareña (mundo privado). No es que el hombre pueda vivir sin la mujer, pues éste necesita comunicarse con alguien, sentirse querido, recibir consejo, mantener alianzas, sino que ambos tienen destinadas por naturaleza, distintas funciones, por lo cual no pueden recibir la misma educación.

Según lo escrito, el hombre se educa para intervenir en el ámbito político, tareas en las que opera la razón, mientras que la mujer es la transmisora de conocimientos estéticos y morales (donde opera el corazón) para asegurar el bienestar familiar. En su relación con el hombre, la mujer es dependiente y reprimida, mientras que éste, libre y autónomo. Se interpreta que la mujer cede entonces su propia autonomía para que el hombre alcance la propia. Asimismo, la virtud es un tópico recurrente y nuevamente se nos distingue y limita según el sexo. La mujer es virtuosa cuando ejerce su papel de esposa y madre, el hombre es virtuoso cuando es un ciudadano justo. Aunque solamente las mujeres de la clase alta tenían acceso a una educación formal, aún éstas son objeto de burla, por parte del autor, al señalar que estas intelectuales se “masculinizaban” tratando de usurpar los derechos naturales de los hombres y que sólo los tontos las consideraban.

D’Alembert, desde su concepción ilustrada fundamentada en la razón, cuestiona a Rousseau a través de una carta dirigida al ginebrino en el año 1759 señalando: “La esclavitud y la degradación a que hemos reducido a las mujeres, las trabas que ponemos a su intelecto y a su corazón, la jerga fútil y humillante para ellas y para nosotros a la que hemos reducido nuestra relación con ellas como si no tuvieran una razón que cultivar o no fueran dignas de ello…” (como se cita en Puleo et al, 1993, p. 74). Ciertamente, creemos que la concepción de mujer es producto de la instrucción a la que han sido sometidas a lo largo de la historia, más que a su condición natural. Rousseau afirmaba que el destino de toda mujer era ser madre y esposa. La ciencia ha comprobado (Jensen, 2009; 2013) que nuestro destino está determinado por la genética (30-40%), por el medio ambiente (30-40%) y, sorprendentemente, por la interacción (30%).

En el siglo XX, la escritora « engagée » Simone de Beauvoir, precursora del movimiento feminista en Francia, ya mencionaba que las características que describen a las mujeres en su condición de hijas, madres, esposas son producto de la cultura en la que se ha constituido cada sociedad, y no debido a factores genéticos. Se pronuncia fervientemente en su ensayo El segundo sexo (1949) sobre la minimización que se ha hecho de la mujer en distintas situaciones y sobre cómo esta creencia ha repercutido en las elecciones éstas, como el caso de contraer matrimonio y de crear una familia; única vía de autorrealización personal. Su obra ilustrada apunta a la igualdad de género y a la emancipación de la mujer que se puede resumir en la siguiente cita: “No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica de femenino” (p. 109).

A pesar de los diversos estudios que han constatado un mayor crecimiento del Coeficiente Intelectual de las mujeres (Flynn, 2012). Un hecho irrefutable es que, en la actualidad, el éxito de las personas no radica en su C.I., sino en su C.E. (Goleman, 1995), inteligencia en la cual destacan las mujeres. Puede que, en algún punto, Rousseau tuviera razón en señalar que en su ideal de madre virtuosa, crecieran hijos virtuosos. Efectivamente, el descubrimiento de las “neuronas espejo”, ha comprobado que las emociones se contagian. Quizás a este liderazgo, o dominio de la mujer como Rousseau llamaba, limitado a la esfera de lo privado, las “virtuosas” desarrollaran todo su potencial emocional en beneficio de los hombres.

Como se puede apreciar, a lo largo de la historia, la mujer, ha hecho el esfuerzo por dejar atrás un pasado de desigualdades sociales. Lamentablemente, aún en las sociedades más desarrolladas, los cargos más importantes dentro de una empresa o institución es ocupado mayoritariamente por hombres, las remuneraciones de las mujeres son más bajas que los hombres, con relación a un mismo trabajo, además de que la apariencia física puede afectar positiva, o negativamente, la condición laboral de las mujeres (acoso, discriminación, etc.).

En lo refiere a la religión, una fuente de polémicas y que le valió el repudio público de sus escritos fue la promoción de una religión natural o deísmo, para acceder a Dios sin el intermediario de los libros sagrados o de los presbíteros.  Rousseau no se acobarda al declarar abiertamente cuánto mal han hecho estas instituciones a la sociedad de la época, sobre todo en lo referente a la educación de las jóvenes, reclutándolas en conventos u obligándolas a través de una educación memorística, a aprender todo lo referente a lo sagrado, convirtiendo su “amor” a Dios en motivo de tristeza y sujeción. Algo en lo consentimos es que la manera de profesar nuestras creencias religiosas es a través de las acciones bondadosas y no la falsa práctica que muchos creyentes cometen, independientemente de su religión, como es el ayunar, ir a misa, confesarse para liberarse de sus pecados cuando, al día siguiente, vuelven a cometerlos. Nos quedamos con esta frase del autor: “Persuadirles de que no existe para nosotros ningún más útil conocimiento que lo que nos enseña a obrar bien…” (Rousseau, 1762, p. 440).

Un apartado destacable de mencionar fue aquel en el cual Rousseau propone la alimentación vegetariana en lugar de la carnívora, citando un vehemente pasaje pro-animal, digno de cualquier campaña u organización animalista que lucha por los derechos de los animales.

A continuación, un extracto del escrito que merece ser leído y apreciado:
“…Las panteras y los leones, los que calificáis de bestias feroces, siguen su instinto por fuerza y matan a los otros animales para vivir. Pero vosotros, cien veces más feroces que ellos combatís el instinto sin necesidad, para entregaros a vuestras crueles delicias. Los animales que coméis no son los que comen los otros; a esos animales carniceros no los coméis, los imitáis; vosotros sólo tenéis hambre de animales inocentes y dulces que no hacen mal a nadie, que se aficionan a vosotros, que os sirven, y que por premio de su servicio devoráis. ¡Oh homicida contra natura! Si tú te obstinas en mantener que ella te ha hecho para devorar a tus semejantes, seres de carne y hueso, sensibles y vivientes como tú, ahoga pues el horror que ella te inspira por estas horribles comidas, mata a los animales por ti mismo, esto es con tus propias manos, sin herramientas, sin cuchillas, desgárralos con tus uñas, como hacen los leones y los osos; muerde a éste y hazlo pedazos; hunde tus garras en su piel, come este cordero tan vivo, devora sus carnes tan cálidas, bebe su alma con su sangre. ¡Te estremeces! ¡no te atreves a sentir palpitar bajo tu diente una carne viva! ¡Hombre desgraciado! Tú comienzas por matar al animal, y después lo comes, como para hacerle morir dos veces. Esto no es suficiente: te repugna todavía la carne muerta, no pueden soportarla tus entrañas; es necesario transformarla por el fuego, hervirla, asarla, aderezarla con drogas que la cambien; te son necesarios carniceros, cocineros, asadores, gentes para quitarte el horror de la muerte y vestirte los cuerpos muertos, a fin de que el sentido del gusto, engañado por estos disfraces, no rechace lo que es extraño y saboree con placer los cadáveres que el mismo ojo tuvo pena en soportar el aspecto” (Rousseau, 1762, p. 177).

Concluimos que, independiente de su postura machista, mayoritariamente aceptada en aquella época, acertamos en varios de los aspectos en los que el autor intenta “educar”, ya que nos ofrece un corazón libre y bondadoso que sólo esmera alcanzar la paz e igualdad social. Resta ciertamente la duda de si su obra es producto del remordimiento de éste al no haberse podido hacer cargo de sus hijos, sin embargo, aunque no pudiere realizarse como padre, con este tratado habrá podido remecer las conciencias de varios, de generación en generación, de continente a continente y aún hoy, en el siglo XXI, nos encontramos discutiendo sobre su transcendencia en los diferentes ámbitos que nos competen.




PROYECCIONES

La filosofía de la educación de Jean Jacques Rousseau es una orientación vigente, que nos permite reflexionar sobre el presente y responder a la compleja realidad educativa de nuestro tiempo y desafíos del siglo.

En la actualidad, se presentan diversas problemáticas generales: capitalismo, consumismo, violencia, etc., en la que los valores han ido perdiendo la importancia y significado que en tiempos antiguos se consideraban. La propuesta de Rousseau nos aconseja, como maestros, padres y apoderados, volver a aquellos valores perdidos. Los principales valores de la filosofía de la educación de Rousseau que nos propone enfrentar son, entre otros: La bondad: Según el autor, el hombre tiende al bien y que es la sociedad, en la convivencia con otros, en donde aparece el mal, es decir, es una tendencia natural al bien que sólo se ve interrumpida o bloqueada por el orden social. Por esta razón el autor se preocupa primeramente de potenciar en Emilio el desarrollo natural de sus instintos, propiciando experiencias de conocimiento y sólo más tarde, incorpora la educación moral que le permitirá vivir en sociedad.

La felicidad es otro valor que se ha ido perdiendo ante las innumerables responsabilidades y que, por lo tanto, resulta necesario potenciar. Rousseau dice que el objeto de la vida humana es la felicidad del hombre, y ésta se logra mediante la libertad, por ello propone en “El contrato social”, construir un modelo de pacto social en la que el ser humano pueda permanecer libre. Al respecto, surge el valor de la libertad e inevitablemente cabe preguntarse ¿son las pasiones las que acercan al ser humano a su felicidad? No es fácil encontrar la respuesta en este autor, en su obra hay un desplazamiento constante entre la demanda de los valores individuales y los colectivos, porque hay un momento en el nuevo orden social de Rousseau, que el individuo pone en común su persona y pasa a formar parte de la sociedad. Lo que resulta claro es que en esta apuesta por el bien común, la justicia e igualdad no existe pérdida del desarrollo libre y pasional sin posibilidad de corromperse. Por consiguiente, este autor nos promueve una educación que prepare hombre y mujeres libres, capaces de transformar el orden social. Alejar de la sociedad, de los vicios y pasiones de ésta, en el lenguaje de Rousseau es proteger, tomar distancia de las exigencias sociales, preservar la naturaleza humana que tiende al bien y que no es más que en la confrontación con los otros, que se pervierte.

Otra recomendación que nos hace Rousseau a la educación actual es cómo abordar el tema del castigo. Nos dice que no hay que infringir ningún tipo de castigo a los niños, porque esto no le permite comprender mejor el sentido de sus actos. Hoy muchos adultos, esperan que los niños respondan más a nuestra conveniencia que a una necesidad que parta de sí mismo. Este filósofo, nos enseña que la mejor forma de que el niño entienda que hay cosas que no debe hacer es dejarlo enfrentarse con responsabilidad a las consecuencias de sus actos. Quizás hoy no se recurre tanto al castigo físico, pero sí a castigos de otro tipo, como privar al niño o adolescente de algo que es de su agrado, con el propósito de que no incurra nuevamente en la falta cometida.

Otro aspecto relevante para la educación del siglo XXI, de acuerdo a los principios de Rousseau es educar en base a una autoridad (profesor – padre – madre) sabia y sensible, es decir, una persona que se hace respetar no a través de gritos, amenazas y fuerza, sino por la admiración que genera la sabiduría. “La autoridad, siempre demanda obediencia y por ese motivo es corriente que se confunda con cierta forma de poder o violencia. No obstante, excluye el uso de medios externos de coacción: se usa la fuerza cuando la autoridad fracasa”. (Salamanca, 2007, p. 48). Concibiendo la autoridad como aquel que ha vivido más y que posee más experiencia y que es capaz de orientarlos y guiarlos con sabiduría. Por lo tanto, el profesor debe involucrarse en todo sentido con el estudiante, así como lo hacía el tutor con Emilio: jugar juntos, aprender juntos, equivocarse juntos, etc. El profesor, nos dice Rousseau, no debe precipitarse a dar respuestas si existe la posibilidad de que el alumno las descubra por sí mismo, consiguientemente, debemos otorgarles las instancias en las que el estudiante trabaje e interactúe con el objeto de aprendizaje, sin apurarlo, sólo con la guía del docente.

Muchos educadores, padres y madres, piensan que es importante la rapidez con la que aprende su hijo. Se enorgullecen de que aprenda a leer antes que los demás, se empeñan en que escriba o camine antes de lo que la mayoría lo hace. Piensan que de esta manera el niño será más inteligente. Para Rousseau es muy diferente, nunca hay que presionar al niño ni imponerle el ritmo de los adultos. Hay que respetar los tiempos de su naturaleza que es sabia y no imponer lo que deseamos que aprenda.  Citamos como ejemplo la experiencia de Humberto Maturana, quien se fugaba de clases, ya que no le gustaba asistir a la escuela y aprendió a leer a los nueve años. Hoy es una figura reconocida por sus alcances en el mundo de las ciencias y en la educación.

Uno de los retos del nuevo siglo es educar personas responsables, pero ¿cómo lograrlo cuando la tendencia es exactamente la contraria?, ¡cuando los jóvenes no quieren hacerse cargo ni de su propia existencia! Muchos jóvenes señalan: “¡Yo no tengo la culpa de venir a este mundo”! con el objetivo de responsabilizar a los adultos que se atrevieron a traerlo al mundo. Entonces, ¿quién tenía que haber enseñado a ese adolescente a responsabilizarse de su vida? La respuesta está en los adultos, pues los niños aprenden más de lo que ven, sienten y escuchan de los adultos con quienes comparten su vida, que en los discursos preparados por éstos. Por lo tanto, cabe mencionar que es muy probable que lo que haya visto en los adultos más significativos es que no se han hecho cargo de sus vidas (Piastro, 2001). 

Como se dijo en párrafos anteriores, así como de la misma manera el ser humano no nace con unos determinados valores, tampoco nace responsable o no. Los valores se aprenden, se construyen por cada ser humano, siempre influidos por el entorno y, sobre todo, por los vínculos afectivos más significativos. Muchas veces creemos que educar a un niño libre, es dejarle hacer todo lo que quiera, en el momento en el que él quiera, sin la orientación y pauta de un adulto. Este tipo de educación produce, según Camps (1990), seres desorientados y súper protegidos, lo que significa que un adulto toma las decisiones por los niños, pasando a llevar sus intereses, por ejemplo: cuando el profesor elige el tema sobre el que va a disertar un estudiante. Probablemente asuma lo obligación de forma obediente, lo que no significa que se responsabilice de sus decisiones. Por lo que como adultos (profesores, padres y/o apoderados), y como lo propone Rousseau, debemos dejar que los niños se enfrenten a las consecuencias de sus actos. Si es una acción incorrecta, el niño experimentará sus consecuencias y eso no le gustará. Y no sería un castigo, sino una forma en la que el niño puede comprender y aprender por sí mismo. Entonces cabe mencionar que, no siempre es oportuno dar explicaciones y razonamientos, hay momentos que lo que el niño necesita probar y experimentar.

También debemos enseñarle a los niños lo bueno del mundo y que aprenda a conservarlos, que entienda que hay una historia, cultura y tradición que hay que cuidar. Pero esto no será posible si los adultos no les transmiten respeto hacia el pasado o, si por el contrario, experimentan desprecio hacia él. Indudablemente, podemos afirmar que existen pocas posibilidades de educar a los niños para que se hagan responsables de su mundo, si sólo se siente indiferencia y desprecio.

En síntesis, sabemos que la propuesta de Emilio ha sido criticada por no ser práctica, lo que no es totalmente cierto. Si bien es cierto que el ser humano no puede ser aislado de la sociedad y cultura en la que se desarrolla, queda evidenciado que es posible aprovechar las ideas que presenta Rousseau, de educar a los niños y jóvenes usando su naturaleza humana, especialmente en una sociedad que corrompe más día a día.






ROUSSEAU QUOTES

Citas de Rousseau que, en la actualidad, se considerarían sexistas:

·      “La mujer vale más como mujer y menos como hombre”.

·      “Las mujeres dependen de los hombres por sus deseos; las mujeres dependen de los hombres por sus deseos y por sus necesidades”.

·      “Subsistiremos mucho más sin ellas que ellas sin nosotros”.

·      “Las mujeres están a merced del juicio de los hombres: no basta que sean estimables, es necesario que sean estimadas…”.

·      “¿En dónde está la necesidad de que una muchacha sepa leer y escribir tan pronto?”

·      “Facilitad sin escrúpulo una educación de mujer a las mujeres, haced que ellas estimen los cuidados de su sexo, que tengan modestia, que sepan velar por su hogar y ocuparse de su casa, la gran “toilette” caerá por sí misma y ellas aparecerán con mejor gusto”.

·      “Son casi siempre las personas feas quienes dirigen las modas, a las cuales cometen la tontería de someterse las bellas”.

·      “De la buena constitución de las madres depende en principio la de los hijos; de la preocupación de las mujeres depende la primera educación de los hombres; de las mujeres dependen también sus costumbres, sus pasiones, sus gustos, sus placeres, su misma felicidad. Teniendo esto presente toda la educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres. Complacerles, serles útiles, hacerse amar y honrar de ellos, educarlos de jóvenes, cuidarlos de mayores, aconsejarles, consolarles, hacerles la vida agradable y dulce: he aquí los deberes de las mujeres en todos los tiempos y lo que se les debe enseñar desde su infancia”.

·      “La naturaleza le entrega el pudor a la mujer para contener sus deseos y al hombre le ha dado la razón para regular sus pasiones”.

·      “La primera y más importante cualidad de una mujer es la dulzura: formada para obedecer a un ser tan imperfecto como el hombre, con frecuencia tan lleno de vicios y siempre tan lleno de defectos, debe aprender con anticipación a sufrir incluso la injusticia y a soportar las sinrazones de un marido sin quejarse; no es para él, es para ella para quien debe ser dulce”.

·      “La naturaleza ha previsto que el destino de las mujeres es ser madres”

·      “Yo sé que los severos preceptores no quieren que se les enseñe a las jóvenes ni canto, ni danza, ni ninguna de las artes agradables. Esto me parece jocoso; y ¿a quién quieren pues que se les enseñe?; ¿a los muchachos?; ¿a quién pertenece poseer de preferencia estas facultades, a los hombres o a las mujeres?

·      “El hombre dice lo que él sabe, la mujer dice lo que le place; el uno para hablar tiene necesidad de conocimientos, y la otra de gusto; él debe tener como objeto principal las cosas útiles, la otra las agradables”.

·      “¿Son capaces las mujeres de un sólido razonamiento? ¿Importa que ellas lo cultiven? ¿Lo cultivarán con éxito? Esta cultura ¿es útil para las funciones que le son impuestas?; ¿es compatible con la sencillez que les conviene?

·      “La mujer tiene más espíritu, y el hombre más inteligencia; la mujer observa y el hombre razona”.

·      “No existe en el mundo un objeto más desagradable que una mujer sucia, y el marido al que esto no le agrada, tiene razón”.

·      “Las mujeres no están hechas para correr; cuando huyen, es para ser alcanzadas. Correr no es la única cosa que ellas hacen torpemente, sino que es la única que realizan con poca gracia…”.

·      “Mujer, honra a tu jefe; él es quien trabaja para ti, quien te gana tu pan, quien te alimenta: he aquí el hombre”.

·      “Emilio, toma esta mano; es tuya. Sé, cuando tú quieras, mi esposo y mi señor; yo procuraré merecer este honor”.

·      ¿De qué mujer opináis mejor al penetrar en su habitación, de la que os produce el mayor respeto, al verla ocupada en las labores de su sexo, los cuidados del hogar, rodeada de las ropas de sus hijos, o de la que encontráis escribiendo versos sobre su tocador, rodeada de libritos de todas clases y de billetitos pintados con todos los colores? Existiría la posibilidad de que toda joven ilustrada permanezca soltera, si sólo existiesen hombres sensatos sobre la tierra.


BIBLIOGRAFÍA
Camps, V. (1990). Virtudes públicas. Barcelona: Espasa Calpe.
De Beauvoir, S. (2005). El segundo sexo. Madrid: Catedra.
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